lunes, 1 de diciembre de 2014

Negros, mulatos y pardos en la historia de Veracruz






Juan Manuel de la Serna y Herrera




En el siglo XVII, en lo que hoy conocemos como Veracruz y su sotavento, la “gente morena y de color quebrado” habitaba en las áreas urbanas y en las rurales; entre las primeras, el puerto de Veracruz, Xalapa, Córdoba y Orizaba fueron las ciudades con mayor concentración de ella, la cual se dedicaba primordialmente a las labores domésticas y el comercio, mientras que en las áreas rurales habitaban comunidades de negros esclavos y libres que serían la simiente de los “jarochos”.







La “gente morena y de color quebrado” habitaba en las áreas urbanas y en las rurales; la ciudad de Veracruz fue uno de los lugares en donde hubo mayor concentración de población negra, la cual se dedicaba a las labores domésticas y al comercio. Petros Pharamond Blanchard, “Negra fumando”. Tomado de Veracruz, primer…, 1996. Digitalización: Raíces




El sotavento, Cosamaloapan, los Tuxtlas y Coatzacalcos –tierra de ganado y cultivo no azucarero– fueron poblados igualmente por “gente morena y por indios que, en conjunto, formaron parte de las “Repúblicas” en que estuvo organizada la sociedad virreinal y que hoy dan carácter a los regionalismos de aquellas partes del Golfo de México.
De dónde y cómo llegaron los ancestros africanos que dieron origen a estos pobladores de Veracruz es una historia de múltiples facetas de las que aquí se hace un breve apunte.

EL COMERCIO DE ESCLAVOS
En el siglo XVII los portugueses ostentaban gran poder económico en la ciudad de México, desde donde además, controlaban muchos aspectos de la vida económica del puerto de Veracruz y extendían su influencia a las principales ciudades, reales de minas y asentamientos de españoles en el Altiplano, las provincias internas del norte del territorio novohispano y las islas Filipinas. Se trataba de un grupo dinámico, bajo cuyo comercio se hacían los ingresos de esclavos en “cargazones” (más de 50 individuos) a los mercados de la Nueva España. Su ingreso y distribución desde el puerto supondría un mejor control de esta actividad, pero su contrabando mediante declaraciones individuales falsas (por ejemplo, declararlos al ingreso como sirvientes para después venderlos, entre otras muchas prácticas), fue una actividad cotidiana. De la misma manera, a raíz del establecimiento del “asiento” (contrato) con los ingleses (1713-1738), las autoridades aduaneras reportaron un buen número de ingresos de esclavos, y al mismo tiempo denunciaron el comercio de contrabando asociado, práctica que condujo a la cancelación del “asiento” por la vía de un conflicto internacional en el que salieron a relucir las armas. Es necesario apuntar que con el fin de controlar el comercio, el único puerto habilitado para recibir esclavos fue Veracruz, por donde ingresaron tanto los que provenían directamente de África como aquellos que eran adquiridos en las islas del Caribe (Jamaica, Barbados y posteriormente La Habana). Tiempo después, ya entrado el siglo XVIII, se abriría el puerto de Campeche a este comercio.



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REVISTA ARQUEOLOGÍA MEXICANA
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Juan Manuel de la Serna y Herrera. Maestro en estudios latinoamericanos (historia) por la UNAM. Doctor en historia por la Universidad de Tulane (E.U.A.). Investigador en el Centro de Estudios Sobre América Latina y el Caribe, UNAM. Profesor y tutor del Programa de Estudios Latinoamericanos de la UNAM.